Esta vez sí, me acuerdo
que es de Jorge Bucay. Vamos si mi memoria no flaquea.
Había uno de sus cuentos
que hablaba de un leñador solitario. Que iba de bosque en bosque
buscando trabajo.
En uno de ellos lo
contratan por primera vez, y el jefe le pregunta el por qué lo tiene
que cogerlo a el.
-Soy capaz de talar más
de 100 árboles en un día de trabajo.
Ante esta frase, es
contratado de inmediato.
El jefe intrigado sigue
de cerca la labor de este nuevo trabajador. Y ante lo imposible,
logra talar esos 100 árboles.
Lo que ocurre es que
conformen pasan los días va bajando la cantidad de árboles talados.
Hasta que llega el
momento en que su número es cero. Con lo que es llamado a la
oficina del jefe.
-¿Qué es lo que le
ocurre que ya no tala usted tantos árboles?, vamos ninguno.
.-Pues no lo sé
-¿Ha probado a afilar el
hacha cada día, al termino de su trabajo?
-Pues no.
Más o menos la historia
es así. Para mi la aplicación diaria es que puedo estar mucho
tiempo conectado al Universo, vibrar, sentir.
Escribir en mi diario.
Pero debo dedicar al final de mi jornada a afilar mi hacha. Que no es
más que mi mente.
Limpiarla al final del
día, dejarla lo más vacía posible, para que pueda caber lo nuevo.
No me refiero a borrar recuerdos, es como el hacha contra el árbol,
puede con el.
Hasta que sin afilar no
consigue con ningún árbol más. Tengo que ver todo lo negativo que
ha entrado en mi cabezota, dar gracias por lo que ya tengo, y dejar
espacio.
No sé si queda claro,
diario mio, pero hoy me siento de esta manera. He cortado muchos
árboles, estas semanas pasadas, pero no he dado mucho las gracias,
ni me he centrado en quitar malos pensamientos.
Abrazo.
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