martes, 11 de abril de 2017

Afilar el hacha

Esta vez sí, me acuerdo que es de Jorge Bucay. Vamos si mi memoria no flaquea.

Había uno de sus cuentos que hablaba de un leñador solitario. Que iba de bosque en bosque buscando trabajo.

En uno de ellos lo contratan por primera vez, y el jefe le pregunta el por qué lo tiene que cogerlo a el.

-Soy capaz de talar más de 100 árboles en un día de trabajo.

Ante esta frase, es contratado de inmediato.

El jefe intrigado sigue de cerca la labor de este nuevo trabajador. Y ante lo imposible, logra talar esos 100 árboles.

Lo que ocurre es que conformen pasan los días va bajando la cantidad de árboles talados.

Hasta que llega el momento en que su número es cero. Con lo que es llamado a la oficina del jefe.

-¿Qué es lo que le ocurre que ya no tala usted tantos árboles?, vamos ninguno.

.-Pues no lo sé

-¿Ha probado a afilar el hacha cada día, al termino de su trabajo?

-Pues no.

Más o menos la historia es así. Para mi la aplicación diaria es que puedo estar mucho tiempo conectado al Universo, vibrar, sentir.

Escribir en mi diario. Pero debo dedicar al final de mi jornada a afilar mi hacha. Que no es más que mi mente.

Limpiarla al final del día, dejarla lo más vacía posible, para que pueda caber lo nuevo. No me refiero a borrar recuerdos, es como el hacha contra el árbol, puede con el.

Hasta que sin afilar no consigue con ningún árbol más. Tengo que ver todo lo negativo que ha entrado en mi cabezota, dar gracias por lo que ya tengo, y dejar espacio.

No sé si queda claro, diario mio, pero hoy me siento de esta manera. He cortado muchos árboles, estas semanas pasadas, pero no he dado mucho las gracias, ni me he centrado en quitar malos pensamientos.


Abrazo.

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